Con el alimento vital de la paz y el sosiego y la inseparable compañera de juegos y besos, Neska, tomamos rumbo a la Sierra de Baza, en Granada, despoblada de sus encinas y de sus bosques de ribera y repoblada con pinos, guardando, aún así, toda la belleza de las altas tierras, de la luz del sur, de la soledad. De Escullar a Baza, la estrecha carretera asciende sinuosa y fría hasta la loma de las Bazanas, de casi 2.000 m, donde pasamos la noche con el viento, la nieve y la oscuridad silenciosa que brinda estrellas. Como hay bastante nieve dejamos para próximos viajes visitar la cortijada del Tesorero y cogemos la pista que, circular, pasa por Las Bastidas, donde un albergue aguanta el mal uso y ofrece preciosas vistas de la Cueva de la Golfa;

más adelante un área recreativa, con fuente "no potable" y Las Balsillas, aldea deshabitada que cuenta con una casa reconstruida. En la cuenca del arroyo Bodurria se emplaza Pocopán, de abandono inhóspito y suelos pobres, desarraigados. Nos encontramos con otra área recreativa, la del Pinarillo, en el barranco del mismo nombre, con pequeño refugio y fuente "no potable"; seguimos ascendiendo por la pista hasta regresar a la carretera. Dormimos en el carril que va hacia Las Tablas y al día siguiente regresamos a Madrid por la Sierra de Cazorla. Sin duda esta sierra merece ser conocida más profundamente. Os recomiendo la Guía para conocer y visitar el Parque Natural de la Sierra de Baza, de la Asociación Proyecto Sierra de Baza, que se puede comprar en Caniles, en Baza o a través de internet.
Fotos: Gaialdea